jueves, 12 de febrero de 2009

Parashat Itró 5769

B"H
Aprendiendo a ser Gansos

Durante el Birkat HaMazón, la bendición que solemos decir después de las comidas (o más puntualmente, después de la ingestión de pan) solemos recordar a Di-s diciendo ‘ShAtá Zan Umefarnes Otanu Tamid, BeJol Iom UveJol Et UveJol Shaá’ (Di-s nos provee nuestro sustento, siempre, cada día, cada momento y cada hora).

Todos sabemos que Di-s no tiene horarios de visita ni guardias nocturnas. Tal como dice el Birkat HaMazón, atiende siempre.

Tal vez en su ánimo por imitar los caminos de Di-s, es que Moshé decidió no tener horarios de visita. Cientos, miles de reclamos diarios. Preguntas, dudas, consultas....

Y Moshé no daba abasto (¿Se habrá olvidado que a Dios se lo puede imitar, pero nunca igualar?).

Por lo visto, su suegro Itró vio su cara de agotamiento y le dijo: "¿Qué es esto que tú haces al pueblo? ¿Por qué estas sentando solo y todo el pueblo parado, cerca de ti, desde la mañana hasta la tarde?" (Shemot 18, 14).

‘¡Sólo no vas a poder!’, le dijo Itró. ‘Te vas a debilitar –no solamente vos- sino también el pueblo. ¡No se puede conducir a un pueblo en soledad!’.

El tema en cuestión no ha perdido actualidad. Hoy día en muchos países del mundo se sigue hablando en sintonía con el consejo de Itró. Es cierto que los tiempos han cambiado; hoy día se habla de reforma del Estado, por ejemplo, o de la reducción de los costos de la política.

Bien vale la pena escuchar el consejo de Itró. El problema de un país, no es que la política cueste plata. El problema de un país es que la política sea ineficiente.

Casi podríamos decir que Itró recomienda a Moshé elevar los ‘costos’ de la política. Itró le hace notar a Moshé que había muy pocos funcionarios, que había que nombrar agentes de justicia menores que lo ayuden a conducir al pueblo. Le enseña a Moshé que resultará imposible para él dirimir cada cuestión menor; Moshé debía ocuparse sólo de lo trascendente, de aquello para lo cual era imprescindible.

Debía ejercitar la renuncia (que es muy distinto a renunciar). Debía aprender a delegar funciones pero por sobre todo, rodearse de ‘Anshei Jail Irei Elohim, Anshei Emet Sonei Batza’ (Shemot 18, 21) (Varones capaces, temerosos de Di-s, varones amantes de la verdad y que aborrezcan el dinero mal habido).

La cantidad de funcionarios es algo absolutamente secundario en nuestra Parashá. No es ese un parámetro de transformación. Lo que realmente deja huella, es la calidad humana de aquellos que conducen los destinos de una nación. Su apego por la verdad, su rectitud y sus ansias de trabajar por el bien común.

Seguramente, alguna vez viajando por la ruta observaron a una formación de gansos volando en formación. No se si notaron –seguramente sí- que los gansos, como así también otros pájaros, vuelan formando una letra V.

La ciencia ha descubierto la razón por la vuelas de esa forma. Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda a volar al pájaro que va detrás suyo. Se ha comprobado que la bandada, volando en formación es un 70% más potente del poder que tendría cada pájaro si volara solo.

Es por eso que cuando un ganso sale de la formación enseguida siente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de volar solo y enseguida vuelve a la formación.

Pero se han descubierto otras cosas al respecto del vuelo de los gansos. Cuando el líder de los gansos se cansa, sigue volando, pero se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Los gansos que va detrás graznan para alentar a los que van delante a mantener su velocidad.

Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo otros dos gansos se salen de la formación y lo acompañan para ayudarlo y protegerlo.

Varias enseñanzas podemos aprender de este fenómeno de la naturaleza, muchas de ellas similares a las que Itró transmitiera a Moshé. Trabajar en grupo siempre es ventajoso. Si bien, es uno sólo el que va a la cabeza, los que van detrás contribuyen en la eficacia del vuelo.

Se nos enseña que los gansos relegados, deben graznar. Su graznido ayuda a volar a los que van al frente; Si bien no pueden mirar siempre para atrás, deben saber que ellos no vuelan solos.

Se nos enseña que hay que saber resignar el liderazgo. Un ganso cansado que vuela al frente, termina perjudicando al conjunto de la formación. Si se va detrás, puede seguir siendo útil.

Y por último, se nos enseña que los gansos deben sentirse comprometidos por el dolor de sus compañeros. Que cada ganso es fundamental y que su dolor y su herida debiera dolerle a todos.

En estos tiempos de individualismos a ultranza, bien podemos escuchar la voz de Itró en el consejo que diera a Moshé casi tres mil años atrás. En estos tiempos en los que algunos siguen pensando que pueden salvarse solos, puede ser todo un elogio el que a uno le digan que es un GANSO.

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.

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