jueves, 22 de julio de 2010

Parashat Hashavua - VaEtjanán

Equilibrio auditivo

- La Parashá de esta semana contiene uno de los pilares fundamentales de la fe judía: el Shemá Israel (Oye Israel). Es por ello que nos referirmemos a la centralidad del sentido de la audición en la religión judía.

Los judíos tenemos nuestra vida colmada de recordatorios visuales y auditivos. Estre los visuales, podemos citar - entre otros - los tefilin, la mezuzá, los tzitzit o las velas de Januká. Entre los auditivos, como ejemplo más destacado, podemos mencionar al shofar. Estos recordatorios cumplen la misma función que cumple una brújula en alta mar: nos marcan el camino y nos recuerdan quiénes somos y hacia dónde vamos.

Sin embargo los judíos siempre confiamos más en nuestro oído que en nuestros ojos. Se escucha para transmitir, y cuando el oído falla, el pueblo judío camina por la cornisa.

Un ejemplo muy gráfico aparece en el libro de BaMidvar. Allí se nos cuenta acerca de las señales de las que disponían los hijos de Israel durante su marcha por el desierto. Una nube les marcaba el sitio en el cual debían acampar y dos trompetas de plata labradas ayudaban a convocar a la comunidad a la hora de partir. (BaMidvar 9:22-10:2).

La nube era un recordatorio visual mientras que las trompetas eran un recordatorio auditivo de la presencia de Dios. De algún modo, el instinto judío nunca confió en el testimonio de sus ojos. Moisés ejecutó señales y éstas pudieron ser copiadas; sus palabras no.

En el Sinaí, el énfasis no estaba tanto en lo que el pueblo veía como en lo que el pueblo escuchaba. La verdadera llave para entrar al mundo del judaísmo no es Reé (Mira) sino Shemá (Oye). La nube desapareció, pero el sonido del shofar queda.

Si el pueblo judío pierde la capacidad de escuchar se queda sordo... ¡pero también se queda ciego! Allí se pierde la brújula.

No por casualidad, el centro del equilibrio humano está cerca de los oídos. Y el idioma hebreo, con su habitual sabiduría, también nos enseña al respecto: la palabra "equilibrio" en hebreo es "izún", palabra que contiene la misma raíz lingüística que la palabra "ozen" (oído).

El equilibrio y el futuro del pueblo de Israel residen en mantener la milenaria capacidad de ejercitar el Shemá, para escuchar, transmitir y enseñar a aquel eslabón que viene detrás nuestro.

¡Shabat Shalom!
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon

domingo, 18 de julio de 2010

Parashat Hashavua - Dvarim

Nuestro potencial

- Con Parashat Dvarim se inicia el quinto y último libro de la Torá. Dvarim significa palabras. Las palabras a las que se refiere son el discurso de despedida de Moisés a su pueblo.

Antes de su muerte, Moisés presentó al pueblo judío una elocuente revisión de los pasados cuarenta años, incluyendo en sus palabras reprimendas y grandes visiones morales. El concepto de oportunidades perdidas aparece una y otra vez.
Desde el comienzo mismo, Moisés condena a los judíos por lo que podría haber sido. El versículo 1:2 muestra que sólo eran necesarios unos pocos días de marcha desde Joreb hasta Kadesh Barnea para atravesar el Sinaí; pero a causa de sus pecados le llevó al pueblo de Israel cuarenta años llegar a la Tierra Prometida.
Luego, Moisés le recuerda a la nación cómo cuarenta años antes había establecido un sistema judicial para no tener que guiarlos él solo. Pero aquí también el pueblo erró. ¿Cómo pudo desperdiciar la oportunidad de tener a Moisés como árbitro legal? No tendrían que haber protestado en contra de ese nuevo sistema.

Quizás lo más problemático sea el siguiente tema del cual habló Moisés: el pecado de los espías: Fueron enviados espías para explorar la tierra antes de su conquista. Estos volvieron y reportaron que la misma era inconquistable. En ese momento, el pueblo tenía que elegir: confiar en los espías o creer en la promesa de Dios de que todo iba a salir bien.El pueblo optó por creer en los mensajeros. Como consecuencia - ahora Moisés les recuerda a sus oyentes - la nación fue sentenciada a cuarenta años de deambular por el desierto.

Por otro lado, también podemos resumir en la Parashá la vida de Moisés, un hombre conocido por haber logrado desarrollar increíblemente su potencial.

El libro de Dvarim comienza anunciando: "Estas son las palabras que Moisés habló ante los hijos de Israel...". Esta noción de que Moisés se convirtió en un hombre identificado con un majestuoso discurso es verdaderamente remarcable.
Cuarenta años antes, en el episodio de la zarza ardiente, cuando Dios le pidió a Moisés que lidere al pueblo hebreo y los saque de Egipto, él se negó rotundamente. La razón que alegó fue: "No soy un hombre elocuente". Ahora, cuarenta años más tarde, este líder que sentía que no podía expresarse bien, emite un maravilloso monólogo que constituye un quinto de nuestra Torá.

Como se ve, cada uno de nosotros siempre tiene alguna vez la opción de decidir si desarrolla o no su potencial.

¡Shabat Shalom!
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon