domingo, 22 de noviembre de 2009

Parashat Toldot 5770

B"H
Cada Cosa en su Lugar

Cuando analizamos la personalidad de Esav, el hijo mayor de nuestro patriarca Itzjak, nos encontraremos con un personaje que pasó sus días privilegiando los aspectos accesorios de su vida.
Fue él quien antepuso siempre su trabajo como cazador al cuidado de su familia. Vivía en el campo, afuera de su casa, mientras que su hermano Iaakov era un Ish Tam Ioshev Ohalim (Un hombre simple, morador de tiendas) (Bereshit 25, 27). Fue Esav quien antepuso lo inmediato y accesorio a lo principal e imperecedero cuando cambio un plato de lentejas por su derecho de primogenitura.
Solemos pensar que Itzjak bendice a Iaakov en lugar de Esav porque Iaakov birló la bendición a su hermano. Es cierto. Pero también es cierto que la bendición difícilmente pueda caer sobre aquel que sistemáticamente antepone aspectos secundarios de su vida a lo central y fundamental.
Es cierto que a menudo ciertas bendiciones recaen sobre nosotros sin que lo busquemos. (También -vale decir- que a menudo hay maldiciones que vienen sobre nosotros sin que lo merezcamos).
Pero no menos cierto es que somos nosotros, con nuestra capacidad de amar y nuestra forma de encarar la vida, quienes nos acercamos a las bendiciones...o nos alejamos de ellas.
En la Ley Judía hay un caso gráfico al respecto, vinculado al universo de las bendiciones.
Cuando uno come bananas, por ejemplo, dice la berajá Boré Prí HaAdamá.
Cuando uno come crema, dice la berajá SheHaKol Nihié BiDvaró.
Ahora...¿Qué ocurre si nosotros comemos banana con crema? ¿Qué bendición decimos? ¿Boré Prí HaAdamá o SheHakol?

La respuesta es Boré Prí HaAdamá, porque la bendición debe recaer sobre el Ikar (sobre lo principal) y no sobre lo Tafel (lo secundario). La crema acompaña a la banana, y no al revés.
Igualmente, podríamos decir que aquellas personas que privilegian en sus vidas el Ikar (lo principal) sobre lo Tafel (lo accesorio) son más propensas a la bendición.
Pensemos entonces: ¿Cuál es el Ikar de nuestra vida?

¿Nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros sueños, nuestra salud, nuestra pareja?Pues entonces que vayan primero, si es que no queremos ser como Esav. El resto siempre encontrará su lugar...

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Parashat Jaiei Sara 5770

B"H

Mira quién corre.....

El capítulo veinticuatro de Sefer Bereshit nos relata el viaje de Eliezer hacia la tierra de Abraham en busca de una mujer para Itzjak.

Dijo Abraham a Eliezer, su siervo: ‘No tomes mujer para mi hijo, de las hijas del cananita...sino que a mi tierra y a mi parentela irás y tomarás mujer para mi hijo’ (Bereshit 24, 3-4).


Al llegar Eliezer al final de su camino, la Torá nos muestra a tres personajes diferentes que corren para cumplir con su cometido.

El primero de ellos es el propio Eliezer, quien corre al encuentro de Rivka para asegurarse de haber encontrado a la mujer indicada para el hijo de su señor (Bereshit 24, 17). La segunda que corre en este capítulo es nuestra matriarca Rivka quien se apresura para anunciar en casa de su madre la llegada de Eliezer y su pedido de hospedaje (Bereshit 24, 28). El tercero es Laban, hermano de Rivká, quien corre hacia Eliezer obnubilado por el aro y las alhajas que este estaba trayendo (Bereshit 24, 29).

Todos tuvieron idéntica reacción; sin embargo podemos ver que el móvil fue diferente en cada uno de los casos. Están quienes corren -como Eliezer- cuando advierten que la descendencia de Abraham corre peligro; cuando observan que la promesa divina de multiplicar a Su pueblo está condicionada por factores externos. Son los que corren y ‘se juegan’ por el destino del pueblo judío.

Están quienes corren -como Rivká- para cumplir una ‘mitzvá’; para transformar a su vida en entrega y compromiso por la suerte de aquellos que no tienen dónde dormir o qué comer. Por último, están quienes sólo corren -como Labán- trás el dinero y el brillo del oro; quienes llevan adelante una existencia mediocre y vacía de toda espiritualidad. Si ves a alguno corriendo por la vida no des importancia a la rapidez de sus piernas; miralo a los ojos y sabrás el por qué de su apuro.

Sabrás si su urgencia tiene que ver con la entrega de Eliezer y Rivká o con la miseria de Laván.

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Bar Mitzvah


Parashat VaIerá 5770

B"H
Espejismos de Justicia

Esta semana leemos en la Torá acerca de la destrucción de Sedom y Amorá. Al hablar de estas ciudades, solemos pensar que en estos lugares la justicia estaba ausente. Y no es cierto. Eran ciudades con muchas leyes, y la gente no le daba la espalda a SU LEY....
.¿Qué es entonces lo que enojaba tanto a Di-s? ¿Por qué destruir dos ciudades con gente tan obediente?

Se nos cuenta, por ejemplo, que había una ley en Sedom que prohibía darle pan a la gente pobre. Aquel que diera pan a los pobres sería quemado en el fuego. Cuando un pobre se allegaba a ellos, no le daban pan sino tan sólo monedas...y cada uno escribía su nombre sobre ella. Cuando el pobre moría, cada uno venía y recuperaba su moneda.

Sedom era un lugar muy "civilizado"…pero faltaba el temor a Di-s. Y sin temor a Di-s, poco sentido tenían las leyes...

El Rabino Yissocher Frand explica esta idea a través de un ejemplo bien gráfico. El respeto a las leyes no siempre asegura armonía social. En plena Noche de los Cristales Rotos en la Alemania nazi, un niño ingresó corriendo a su jeder y a los gritos informó al Rabino que su casa se estaba incendiando. El Rabino salió corriendo del aula y telefoneó al Departamento de Bomberos para informar del incendio. ‘No podemos hacer nada’, le dijo el Jefe de Bomberos. ‘Apagar ESE incendio es ilegal’.

Alemania seguía siendo un país de leyes, como siempre. Ocurría que por entonces era ILEGAL apagar incendios en casas de judíos.
Bajo ese aspecto, en la Alemania de Hitler ocurría lo mismo que en Sedom: La gente respetaba las leyes a rajatabla. Pero sin temor a Di-s, las leyes no sirven para nada.

Tal vez sea por eso que Di-s dice a Abraham después del episodio de la Akeidá (Bereshit 22, 12): ‘Ahora sé que eres temeroso de Di-s’. ¿Por qué Di-s elige esa expresión? ¿Por que no decirle: ‘Ahora se que eres obediente’ o ‘Ahora conozco tu sumisión’?

Porque hay mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.

La gente de Sedom era obediente, la gente de Hitler era sumisa...

Pero lo de Abraham era diferente. Abraham fue el primero en ser temeroso del Cielo.


Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.