jueves, 29 de abril de 2010

Parashat Emor 5770

B"H
La Escalera del Omer.

Cuarenta y nueve días pasan entre el éxodo de los hijos de Israel de Egipto (Pesaj) y la revelación del monte Sinaí y la recepción de la Torá (Shavuot).

Esta travesía de siete semanas, llamada "La cuenta del Omer", es mencionada en nuestra Parashá, Parashat Emor.

En esta época del año el pueblo de Israel se somete a un proceso de preparación interior para la recepción de la Torá, un proceso en el que se intenta romper con la inmundicia egipcia a fin de ingresar a una vida de pureza y santidad.

De acuerdo a nuestros sabios, el pueblo de Israel en Egipto se hallaba inmerso en un proceso de degeneración espiritual. Según nos enseñan, existen cincuenta pórticos de impureza, y en Egipto, los hijos de Israel llegaron hasta el pórtico número cuarenta y nueve, cercanos al punto del no-retorno.

Cada año, y con cada día que pasa de la cuenta del Omer, el pueblo de Israel se va quitando simbólicamente otra capa de impureza y en lugar de adentrarse en la inmundicia se eleva hacia las puertas de la santidad.

Este puente entre ambas fiestas nos lleva a una reflexión. Pesaj es la fiesta de la libertad física y la redención del cuerpo. Pero dicha redención no es un fin en sí mismo, sino más bien un paso hacia la renovación espiritual que propone la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. Así como un novio cuenta los días hasta poder unirse con su amada, la nación de Israel cuenta los días que separan la redención física de la redención espiritual.

Durante estos días de festejos por los sesenta años de Israel, entre carne asada y carbones en brasa, mucho he pensado en este punto. De hecho, existe un claro paralelismo entre la liberación de Pesaj y la independencia del moderno Estado de Israel.

La independencia es -evidentemente- algo positivo en sí mismo. Pero, como sociedad...¿tenemos un programa espiritual? Como estado...¿somos realmente una "luz hacia las naciones"? ¿La independencia que hemos logrado hace sesenta años es parte de un proceso mayor, o ha sido un fin en sí mismo?.

El Rabino Moshe Garelik se refiere, en su libro "Parashah U-Fishra", en este puente llamado "La Cuenta del Omer", que conecta la libertad del cuerpo con la del alma:

"A través de esta cuenta, los hijos de la generación del desierto despojaron a la festividad de Pesaj de su entidad independiente, y la transformaron en la promotora de la festividad de Shavuot. De esa forma se tendió un puentre entre ambas festividades que nos enseña la imposibilidad de separar a la redención física de la redención espiritual; la una no existe sin la otra. La redención nacional de un pueblo estará en peligro si es apreciada como un fin en sí mismo. Muchas revoluciones se han visto debilitadas, cuando sus protagonistas creyeron haber llegado al final del camino y no lograron renovar sus aspiraciones. La estabilidad de muchos países que lograron su independencia tambaleó, cuando todo lo que quedó fueron las incesantes luchas de poder entre sus libertadores. La Cuenta del Omer le dice "NO" a lo que se ha logrado. Considera que el éxodo de Egipto, aun siendo una importante y valiosa etapa, nunca podrá reemplazar al puente que nos conduce al crecimiento espiritual representado por la Torá y por la revelación de Sinaí."

Quiera Di-s que también nosotros podamos unir esta brecha y podamos juntos elevarnos y ascender la escalera que nos completa como sociedad.

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon

jueves, 22 de abril de 2010

Kabalat Shabat Jaialim

Durante el mes de Junio como cada año organizamos un Kabalat Shabat festivo en honor a los jovenes que ingresan proximamente a la Tzaba.
Para poder organizarnos e invitar a las familias necesitamos que nos envien la informacion correspondiente.


-Nombre completo del chico/chica que ingresa al ejercito.
-Nombre completo de los padres o abuelos.
-Direccion
-Telefono
-E-mail
-Fecha aproximada de ingreso a la Tzaba

Por favor enviar la informacion a Patricia a la siguiente direccion: stern.patricia@gmail.com

Parashat Ajarei Mot - Kedoshim 5770

B"H
Desintoxicación Sabática

Y mis sábados guardaréis (Vaikrá 19, 3)

Guardar el Shabat es mucho más que un deber religioso; es una necesidad imposible de reemplazar por otra actividad. Necesitamos desconectarnos de tantas tensiones, tantas noticias y tantas corridas ocupándonos por veinticuatro horas de nuestras ‘almas contaminadas’.

No hablo de distraernos. No es eso lo que necesitamos.

No es casualidad que el primer versículo de Parashat Kedoshim nos diga ‘Kedohim Tihiu’ (Santos seréis) y el segundo nos diga ‘VeEt Shabtotai Tishmoru’ (Y Mis Shabatot guardaréis).

Desde hace miles de años, la receta para desintoxicar nuestro alma y recuperar esa chispa de santidad y vitalidad que se aloja en nosotros, tuvo que ver con la vivencias sabáticas y el espíritu de este día.

Uno puede entender cómo se puede contaminar un río o el aire. Pero…¿cómo se contamina un alma? ¿De qué estamos hablando cuando decimos ‘almas contaminadas’?

Saben ustedes que el cuerpo tiene ventanas y el alma respira, se alimenta y vive a través de ellas. Tenemos una boca, dos orificios nasales, dos ojos y dos oídos.

De la misma forma en que el polvo ingresa a casa a través de las ventanas, así también las ventanas del cuerpo en sus funciones semanales contribuyen a la saturación de nuestra alma.

No se si prestaron atención, pero al terminar el Shabat en la Havdalá dedicamos una bendición a cada uno de estos sentidos.

Empezamos con la brajá del vino, dedicada a la boca. Luego pasamos a la nariz, recitando la bendición de los besamim (las especies aromáticas). En tercer lugar, bendecimos sobre la luz de la vela trenzada, iluminando nuestros ojos. Y por último, tan sólo prestamos oídos y escuchamos la distinción entre la santidad del Shabat que finaliza y lo ordinario de la semana que empieza.

Di-s regala una bendición a cada ventana, para guardarlas y protegerlas en aquel momento en el que vuelven a salir al ruedo y nuevamente comienza a entrar polvo por las ventanas de nuestros cuerpos.

En siete días volveremos a vivenciar un nuevo Shabat y estaremos tan ‘contaminados’ como estamos hoy. Realmente –lamento defraudarlos- no creo que las noticias de la próxima semana sean mejores, ni que tengamos que correr menos, ni que baje nuestro nivel de stress.

Pero al menos un día a la semana tenemos este regalo de veinticuatro horas para desintoxicarnos. Para recuperar, al menos por un rato, esa chispa de kedushá que anida en nuestras almas.

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon

jueves, 8 de abril de 2010

Iom Hashoa


Parashat Sheminí 5770

B"H
El Defecto de la Cigüeña

Una extensa sección de Parashat Shemini que leemos este Shabat se ocupa de las leyes del kashrut, en general, y de la clasificación de los animales impuros en particular.

Según se nos cuenta, Adam -el primer hombre- observó con profundidad la esencia de cada animal y llamó a cada uno de ellos por su nombre. Y ocurre algo maravilloso en el idioma hebreo al respecto.

El burro (Jamor), por ejemplo, se caracteriza por llevar a cuestas pesadas cargas. El nombre "Jamor" deriva de la raíz hebrea "Jomer" (materia). El burro representa el universo de la materia, el mundo físico.

El perro (Kelev) es otro buen ejemplo, al respecto. Este animal se caracteriza por su generoso corazón, y de hecho su nombre contiene la palabra "Lev" (corazón). Un tercer ejemplo -y muy interesante a la vez- tiene que ver con el cerdo (Jazir). Dicen nuestros Rabinos que el nombre "Jazir" (Cerdo) procede de la raíz hebrea "J.Z.R." (volver) ya que en el futuro este animal se tornará rumiante y volverá a estar permitida su ingestión (Or HaJaim a Vaikrá 11, 7).

¿Y qué hay respecto a la cigüeña (Jasidá)?

El Gaón de Vilna explica que la cigüeña se llama Jasidá (Piadosa), ya que siempre se sumerje en el agua después del apareamiento. RaSHI, por su parte, explica que se llama así debido a la piedad que demuestra al compartir la comida con sus pares.

Si esto es así...¿por qué la Torá califica a la cigüeña como impura? ¡No tiene sentido! ¿Acaso existe algo más kasher que realizar actos piadosos?
Rabí Itzjak Meir de Gur, trae una excelente observación al respecto. La piedad y generosidad de la cigüeña se limita sólo a su círculo inmediato y hace caso omiso de los que no son parte de su pequeño grupo. Ésta no es la clase de piedad en la que cree la tradición judía. Por esa razón, el ave es impuro. Rabí Itzjak Meir de Gur dice que piedad y rectitud no son necesariamente la misma cosa.

Quince años atrás fui capellán judío en la carcel de Villa Devoto, el principal centro penitenciario de la Ciudad de Buenos Aires. Semanalmente -durante casi tres años- visité a los internos judíos proporcionándoles apoyo espiritual.
Una de las mayores lecciones que atesoro de aquella experiencia es que la lealtad y la generosidad del hombre no conoce límites, incluso en situaciones como aquellas.
Recuerdo haber llegado en una oportunidad al Penal en Jol HaMoed Pesaj. Teníamos progamada una comida festiva junto a los internos judíos para la cual había llevado a prisión matzot y alimentos típicos de Pesaj preparados especialemente para la ocasión.Sin embargo al llegar se me hizo saber que uno de los presos estaba haciendo huelga de hambre. Ninguno de los internos quiso comer como señal de identificación con la lucha de su amigo.

Posiblemente hacía meses (¡sino años!) que no participaban de semejante banquete en prisión. Se trataba de criminales, que habían robado, engañado e incluso asesinado. Muchos de ellos siquiera mostraban signos de arrepentimiento. Sin embargo, supieron ser compasivos y leales con su par en desgracia.

Hace un tiempo leí un interesante artículo sobre la vida de los vampiros.
Un vampiro que tiene éxito en la búsqueda de su "víctima", succiona una cantidad de sangre que representa del 50% al 100% de su peso corporal (y su naturaleza le exige esa cantidad todas las noches). Sin embargo, si al regresar a su nido encuentra un compañero hambriento, dará parte de "su" sangre hasta que su compañero pueda encontrar a su propia víctima.

Se trata de un instinto básico para su supervivencia. Y aún con toda esa lealtad y compasión a cuestas, el vampiro seguirá siendo cruel y sanguinario.

Ocurre que rectitud y piedad no son la misma cosa. Ese es el defecto de la cigüeña.

Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.