miércoles, 22 de octubre de 2008

Parashat Bereshit 5769

B"H
El Incorruptible.

Los expertos en botánica, suelen decir que las sequoias, unos enormes árboles que pueblan el estado de California, en EEUU, constituyen la especie que vive mayor cantidad de años. Algunos ejemplares de estos árboles han alcanzado los dos mil años de edad y nos llena de sorpresa el sólo hecho de pensar que fueron sembrados en tiempos de Rabí Akiva y permanecen vivos hasta el día de hoy.
Sin embargo, para un interesante y bastante inédito midrash, la criatura más vieja del mundo no es un árbol, sino un ave llamada ‘Jol’.
Esta criatura está cumpliendo por estos días 5769 años y se conserva fuerte, sana y joven junto a toda su descendencia en algún lugar del universo llamado gan eden.
Tal vez sea un bien momento para que les cuente algo acerca del ‘Jol’. Todos conocen la historia del fruto prohibido, que ocurrió exactamente hace 5769 años. Java (Eva) -tentada por la serpiente- prueba del fruto del árbol del conocimiento desobedeciendo la única orden que Di-s les había impartido.
En ese preciso momento, según el midrash, el ángel de la muerte comenzó a caminar hacia ella.
La mujer, intuyendo que su muerte estaba cerca, dijo celosa: ‘¡Así que yo voy a morir y a Adam le va a ser creada otra mujer en mi lugar...! Le voy a dar de probar también a él’.
Y Adam, convencido por su mujer probó del fruto acompañándola en su destino de mortalidad (Avot deRabí Natán B 1, 10).
Pero no sólo ellos comieron del fruto.
Todos los animales, y todas las aves y todas las bestias, todas dijeron que sí salvo este ave llamado ‘Jol’.
Y salió una voz del cielo que dijo: ‘Jamás conocerá el ‘Jol’ lo que es la muerte, y vivirá él y su descendencia en el gan eden por siempre’ (Bereshit Rabá 19, 5 - Ver ‘Agadot HaIehudim, tomo I, pag. 49 en donde se menciona al ave de esta leyenda con el nombre de Maljás).
La honestidad en medio de la corrupción.
La civilidad en medio de la desobediencia.
El ‘Jol’ no es aquí otra cosa que una caricatura del hombre íntegro rodeado por la depravación moral.
¿Hasta que punto puede el hombre conservar su honestidad cuando el mundo de burla de la honestidad? ¿Hasta que punto podemos ser hombres y mujeres virtuosos en una sociedad en la que tenemos la sensación que –como decía Enrique S. Discépolo- ‘a nadie le importa si naciste honrao’?
No sé si recordarán, en la película ‘Titanic’, el papel que jugaba la orquesta que tocaba sobre la cubierta del barco.
La nave se hundía, le gente se desesperaba a su alrededor, se veían corridas, se escuchaban gritos...
Y la banda seguía tocando aun cuando ya nadie la escuchaba.
Un poco de cordura en medio de tanto caos.
En una imagen casi grotesca, y sólo cuando el barco comienza a inclinarse hacia su destino final, el director de la orquesta hace un gesto a sus músicos y éstos -ante lo inevitable del naufragio y con mirada de ‘misión cumplida’- enfundan prolijamente sus instrumentos, de la misma manera que lo hubieran hecho al teminar un concierto en la Scala de Milan.
Más allá que esta película haya sido tan elogiada por la crítica por sus fabulosos efectos especiales, esa simple imagen me parece -por mucho- la más lograda de la película.
Imagen que nos habla a nosotros.
No dejarnos llevar por la desesperanza, ni dejarnos arrastrar por el ritmo de la corriente y conservar la misión para la que fuimos encomendados hasta el final, firmes en nuestros ‘puestos’.
Imagino al ‘Jol’, mirando cómo sus compañeros iban siendo expulsados del gan eden quedando aislado de toda la creación, y pensando: ‘¿Me quedo con Di-s y mis principios -¡pero sólo!- o acompaño a la corriente en su corrupción?’.
Pero ya es tarde...
Una espada de fuego fue colocada a la puerta del gan eden.
Según la Torá fue ubicada allí para evitar que los de afuera vuelvan a entrar.

A mi humilde entender, también para evitar que el de adentro se ve tentado a salir...
Rabino Gustavo Surazki. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.

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