Hace algún tiempo fue nombrada en Israel una comisión destinada a sentar las bases para una Constitución Nacional.
Como es de imaginar, en Israel no resulta fácil consensuar una Carta Magna. Los partidos ultra-ortodoxos pretenden que la Constitución mencione la aspiración de construir el Tercer Beit HaMikdash sobre el Monte del Templo, mientras que partidos de extrema izquierda pretenden que la Constitución anule aquellos símbolos del Estado que no logran representar a las minorías, tal como la bandera o el Himno Nacional (Hatikva).
Hace unos meses escuché a un miembro de dicha comisión decir que al cabo de meses de discusiones sólo se halló consenso en que el nombre del estado debiera ser "Israel".
El observador pasivo que analizara tan pobre resultado al cabo de meses de trabajo bien podría preguntarse cómo logró sobrevivir una sociedad con semejante diversidad de ideas. Y si a ello le agregamos el virtual estado de guerra en el que se halla el Estado de Israel desde el momento de su creación, nuestra supervivencia bien podría definirse como un verdadero milagro.
Tal vez podamos hallar la clave para entender este proceso en nuestra Parashá.
Tal como es sabido, los compartimentos de los tefilin (tanto en la mano como en la cabeza) contienen en su interior cuatro pasajes de la Torá (Kadesh Li Kol Bejor, VeHaia Ki Ieviaja, Shema, VeHaia Im Shamoa) los primeros de los cuales son mencionados hacia el final de Parashat Bo que leemos esta semana (Shemot 13 1-16).
Sin embargo existe una diferencia notable en cuanto al modo en que dichas secciones son escritas en la tefilá de la cabeza y en la tefilá de la mano. Mientras que en la primera los cuatro pasajes son escritos en pergaminos diferentes y ubicados en cuatro compartimentos separados dentro de la caja, las secciones de la tefilá de la mano son escritas en un único pergamino que es enrollado dentro del único compartimento que contiene dicha pieza.
¿Cuál es la razón de dicha diferencia?
Responden los sabios de Israel: Respecto a la cabeza, cuando se trata del universo de los conceptos y de las ideas, las diferencias son siempre esperables. No obstante, cuando se trata de la mano, cuando se llega al universo de lo concreto, las disputas ideológicas deben hacerse a un lado y todos deben unirse en la acción.
Si el observador pasivo preguntara cómo es posible que una sociedad tan fragmentada en sus ideas logró atravesar sesenta años de su historia rodeada de peligros, la respuesta es esta: a la "hora de la verdad", allí cuando el momento lo exigió, el pueblo de Israel ha sabido abandonar sus diferencias ideológicas y hacerse uno tal como ocurre con la Tefilá de la mano.
Quiera Di-s que siempre podamos hacernos uno a la hora de la verdad.
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
miércoles, 28 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
Parashat VaErá 5769
B"H
Una mirada distinta"Yo soy el Eterno; y os sacaré de bajo de los trabajos forzados de Egipto, y os salvaré de su servicio, y os redimiré con brazo tendido y con juicios y grandes castigos. Y os tomaré por mi pueblo, y seré para vosotros, Di-s" (Shemot 6:6-7).
Al inicio de Parashat VaErá, Di-s presenta su promesa hacia los hijos de Israel sumidos en la esclavitud. El Talmud vincula estas cuatro promesas (Arvaá Leshonot shel Gueulá) con las cuatro copas que bebemos en la noche del Seder de Pesaj (TJ Pesajim 10, 1).
Ocurre algo sumamente interesante con este particular precepto. Un conocido principio halájico, afirma que las mujeres están eximididas de aquellos preceptos que solo pueden cumplirse en el marco de un tiempo determinado (mitzvot asé shehazman graman). No obstante, ésto no es aplicable a las cuatro copas que rememoran la salida de Egipto. La razón de esta excepción –afirma el Talmud- es que las mujeres fueron parte de aquel milagro (Pesajim 108a).
La mujeres fueron un factor clave de la redención de los hijos de Israel de la esclavitud. Ya afirman nuestros sabios que "por mérito de las mujeres virtusas fueron redimidos nuestros antepasados de Egipto" (Ialkut Shimoni, Salmo 68). Y el liderazgo femenino de aquella generación estuvo en manos de Miriam, hermana mayor de Moshé.
Nos cuenta el Midrash que Miriam, desde pequeña, supo aportar una mirada distinta ante la desazón de los hijos de Israel. Amram, su padre, era un hombre importante en su generación y cuando escuchó que los hijos varones debían ser arrojados al río Nilo (Shemot 1:22), perdió el deseo de traer nueva vida al mundo y decidió dar el divorcio a su mujer.
El Talmud nos cuenta, que todos los hombres de su generación siguieron su ejemplo y divorciaron a sus mujeres.Le dijo Miriam a su padre: ‘Tu decreto es más duro que el del faraón, ya que el faraón no decretó sino sobre los hijos varones y tú has decretado sobre los varones y sobre las mujeres; el faraón no decretó sino respecto a este mundo, y tú has decretado respecto a este mundo y respecto al mundo venidero; el faraón es un malvado, y tal vez su decreto se cumpla, tal vez no se cumpla; tú -que eres justo- de seguro se cumplirá tu decreto. Amrám se levantó entonces e hizo retornar a su esposa. Todos los hombres de su generación hicieron lo mismo (Sotá 12a).
¿Qué viene a enseñarnos este Midrash?
Posiblemente sea una muestra más de la actitud de Israel en tiempos de crisis y desesperanza. Quienes analizan livianamente el fenómeno del terrorismo palestino, afirman -de manera casi axiomática- que un pueblo sumido en la desesperanza caerá en la "tentación" de recurrir al terror. Los sabios de Israel aportan aquí un nuevo ejemplo -uno más entre cientos- que dicha aseveración es falsa. Miriam no sólo que no convirtió la desazón en terror, sino que la transformó en vida.
Moshé fue hijo de Amram e Iojeved. Pero nadie se equivocaría al decir que vio la luz del mundo gracias a su hermana. Como prólogo al nacimiento de Moshé, nos cuenta la Torá que "fue un varón de la casa de Leví, y tomó (por mujer) una hija de Leví" (Shemot 2, 1) "¿Adónde fue?", se pregunta el Talmud. Dice Rabí Iehudá hijo de Zvina: "Fue trás el consejo de su hija" (Sotá, ibid). A muy temprana edad, Miriam supo hacer entender a su padre que su elección era errada y sólo haría potenciar la desazón.El pueblo judío se ha caído mil veces y otras mil se ha vuelto a levantar. Muchas veces lo hemos hecho desde la ruinas, allí donde otros hubieran caído en el más profundo de los abismos. Supimos analizar los hechos, hacer un examen de conciencia, enmendar errores y transformar las crisis en oportunidades. Tal vez sea por eso que nadie ha podido aun vencer nuestro espíritu. Hace casi dos mil años que el Templo de Jerusalem fue destruído, y aun hoy -dos mil años después- nos seguimos preguntando en qué nos habremos equivocado.
Aun esperamos que nuestros vecinos -ante sus propias crisis- comiencen a formularse preguntas similares....
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
Una mirada distinta"Yo soy el Eterno; y os sacaré de bajo de los trabajos forzados de Egipto, y os salvaré de su servicio, y os redimiré con brazo tendido y con juicios y grandes castigos. Y os tomaré por mi pueblo, y seré para vosotros, Di-s" (Shemot 6:6-7).
Al inicio de Parashat VaErá, Di-s presenta su promesa hacia los hijos de Israel sumidos en la esclavitud. El Talmud vincula estas cuatro promesas (Arvaá Leshonot shel Gueulá) con las cuatro copas que bebemos en la noche del Seder de Pesaj (TJ Pesajim 10, 1).
Ocurre algo sumamente interesante con este particular precepto. Un conocido principio halájico, afirma que las mujeres están eximididas de aquellos preceptos que solo pueden cumplirse en el marco de un tiempo determinado (mitzvot asé shehazman graman). No obstante, ésto no es aplicable a las cuatro copas que rememoran la salida de Egipto. La razón de esta excepción –afirma el Talmud- es que las mujeres fueron parte de aquel milagro (Pesajim 108a).
La mujeres fueron un factor clave de la redención de los hijos de Israel de la esclavitud. Ya afirman nuestros sabios que "por mérito de las mujeres virtusas fueron redimidos nuestros antepasados de Egipto" (Ialkut Shimoni, Salmo 68). Y el liderazgo femenino de aquella generación estuvo en manos de Miriam, hermana mayor de Moshé.
Nos cuenta el Midrash que Miriam, desde pequeña, supo aportar una mirada distinta ante la desazón de los hijos de Israel. Amram, su padre, era un hombre importante en su generación y cuando escuchó que los hijos varones debían ser arrojados al río Nilo (Shemot 1:22), perdió el deseo de traer nueva vida al mundo y decidió dar el divorcio a su mujer.
El Talmud nos cuenta, que todos los hombres de su generación siguieron su ejemplo y divorciaron a sus mujeres.Le dijo Miriam a su padre: ‘Tu decreto es más duro que el del faraón, ya que el faraón no decretó sino sobre los hijos varones y tú has decretado sobre los varones y sobre las mujeres; el faraón no decretó sino respecto a este mundo, y tú has decretado respecto a este mundo y respecto al mundo venidero; el faraón es un malvado, y tal vez su decreto se cumpla, tal vez no se cumpla; tú -que eres justo- de seguro se cumplirá tu decreto. Amrám se levantó entonces e hizo retornar a su esposa. Todos los hombres de su generación hicieron lo mismo (Sotá 12a).
¿Qué viene a enseñarnos este Midrash?
Posiblemente sea una muestra más de la actitud de Israel en tiempos de crisis y desesperanza. Quienes analizan livianamente el fenómeno del terrorismo palestino, afirman -de manera casi axiomática- que un pueblo sumido en la desesperanza caerá en la "tentación" de recurrir al terror. Los sabios de Israel aportan aquí un nuevo ejemplo -uno más entre cientos- que dicha aseveración es falsa. Miriam no sólo que no convirtió la desazón en terror, sino que la transformó en vida.
Moshé fue hijo de Amram e Iojeved. Pero nadie se equivocaría al decir que vio la luz del mundo gracias a su hermana. Como prólogo al nacimiento de Moshé, nos cuenta la Torá que "fue un varón de la casa de Leví, y tomó (por mujer) una hija de Leví" (Shemot 2, 1) "¿Adónde fue?", se pregunta el Talmud. Dice Rabí Iehudá hijo de Zvina: "Fue trás el consejo de su hija" (Sotá, ibid). A muy temprana edad, Miriam supo hacer entender a su padre que su elección era errada y sólo haría potenciar la desazón.El pueblo judío se ha caído mil veces y otras mil se ha vuelto a levantar. Muchas veces lo hemos hecho desde la ruinas, allí donde otros hubieran caído en el más profundo de los abismos. Supimos analizar los hechos, hacer un examen de conciencia, enmendar errores y transformar las crisis en oportunidades. Tal vez sea por eso que nadie ha podido aun vencer nuestro espíritu. Hace casi dos mil años que el Templo de Jerusalem fue destruído, y aun hoy -dos mil años después- nos seguimos preguntando en qué nos habremos equivocado.
Aun esperamos que nuestros vecinos -ante sus propias crisis- comiencen a formularse preguntas similares....
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
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Parashat Hashavua
jueves, 15 de enero de 2009
Parashat Shemot 5769
B"H
Estadista, Místico y Pastor
Si por algo pudiéramos definir a nuestra época, es por la falta de un liderazgo positivo. Pueden ser muchos los que quieren tomar el PODER…pero pocos son lo que quieren tomar el TIMON.
Tomar el timón es un acto de responsabilidad; tomar el poder, no siempre...
Tal vez entonces –y ante esta falta de conductores- podríamos inspirarnos en la figura de Moshé y en la revelación de la zarza ardiente, episodio fundacional de su liderazgo.
‘Y Moshé pastoreaba el rebaño de Itró, su suegro, sacerdote de Midián; y guió las ovejas a través del desierto y llegó hasta el monte de Di-s, a Jorev’ (Shemot 3, 1).
Muchos fueron los comentaristas que se preguntaron por qué este ‘proyecto de líder’ llamado Moshé fue a pastorear las ovejas de su suegro al desierto.
RaSHI opina que las llevó allí para evitar caer en el robo. Siendo el desierto tierra de nadie, no habría peligro de que coman hierba de campos ajenos.
El segundo comentario es de Seforno. De acuerdo a su opinión, el motivo de su ida al desierto fue para disponer de un espacio para meditar.
El Midrash Rabá, por su parte, nos cuenta cómo Moshé corría en el desierto detrás de las ovejas sedientas. Le dijo Di-s: ‘Si tienes piedad para conducir las ovejas; también podrás apacentar a Mi rebaño Israel’. (Shemot Rabá 2, 2).
Estos tres comentarios -en apariencia contradictorios- no son otra cosa que las triple faceta de un mismo líder.
RaSHI hace hincapié, en la LEY. La búsqueda constante de lo que es correcto debe ser su desvelo. Moshé lleva a pastorear a las ovejas por el desierto, no sea cosa que –¡Jas VeShalom!- las ovejas se alimenten de hierba ajena.
Seforno hace hincapié en la SOLEDAD. Un líder debe saber tomar distancia. Los problemas de un pueblo pueden ser tan variados y tan pesados, que debe el líder debe saber retirarse, meditar, regresar y actuar.
El Midrash hace hincapié en la COMPASION. Di-s probó a Moshé por medio de las ovejas. Si era sensible con las ovejas, también sería sensible con las necesidades de un pueblo. El líder debe ser sobre todas las cosas compasivo y considerado.
Un buen líder, es un perfecto cóctel de Estadista, Místico, y Pastor.
Moshé tenía aquellas virtudes que logran transformar a un hombre del montón, corriente y ordinario, en un líder inmortal. En aquellos líderes que dejan huella con los siglos y cuya memoria el tiempo no logra borrar.
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
Estadista, Místico y Pastor
Si por algo pudiéramos definir a nuestra época, es por la falta de un liderazgo positivo. Pueden ser muchos los que quieren tomar el PODER…pero pocos son lo que quieren tomar el TIMON.
Tomar el timón es un acto de responsabilidad; tomar el poder, no siempre...
Tal vez entonces –y ante esta falta de conductores- podríamos inspirarnos en la figura de Moshé y en la revelación de la zarza ardiente, episodio fundacional de su liderazgo.
‘Y Moshé pastoreaba el rebaño de Itró, su suegro, sacerdote de Midián; y guió las ovejas a través del desierto y llegó hasta el monte de Di-s, a Jorev’ (Shemot 3, 1).
Muchos fueron los comentaristas que se preguntaron por qué este ‘proyecto de líder’ llamado Moshé fue a pastorear las ovejas de su suegro al desierto.
RaSHI opina que las llevó allí para evitar caer en el robo. Siendo el desierto tierra de nadie, no habría peligro de que coman hierba de campos ajenos.
El segundo comentario es de Seforno. De acuerdo a su opinión, el motivo de su ida al desierto fue para disponer de un espacio para meditar.
El Midrash Rabá, por su parte, nos cuenta cómo Moshé corría en el desierto detrás de las ovejas sedientas. Le dijo Di-s: ‘Si tienes piedad para conducir las ovejas; también podrás apacentar a Mi rebaño Israel’. (Shemot Rabá 2, 2).
Estos tres comentarios -en apariencia contradictorios- no son otra cosa que las triple faceta de un mismo líder.
RaSHI hace hincapié, en la LEY. La búsqueda constante de lo que es correcto debe ser su desvelo. Moshé lleva a pastorear a las ovejas por el desierto, no sea cosa que –¡Jas VeShalom!- las ovejas se alimenten de hierba ajena.
Seforno hace hincapié en la SOLEDAD. Un líder debe saber tomar distancia. Los problemas de un pueblo pueden ser tan variados y tan pesados, que debe el líder debe saber retirarse, meditar, regresar y actuar.
El Midrash hace hincapié en la COMPASION. Di-s probó a Moshé por medio de las ovejas. Si era sensible con las ovejas, también sería sensible con las necesidades de un pueblo. El líder debe ser sobre todas las cosas compasivo y considerado.
Un buen líder, es un perfecto cóctel de Estadista, Místico, y Pastor.
Moshé tenía aquellas virtudes que logran transformar a un hombre del montón, corriente y ordinario, en un líder inmortal. En aquellos líderes que dejan huella con los siglos y cuya memoria el tiempo no logra borrar.
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
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Parashat Hashavua
jueves, 8 de enero de 2009
Parashat VaIeji 5769
Una cuestión que a menudo preocupa a los padres es cómo generar en nuestros hijos los anticuerpos para que puedan mantener los valores cultivados en casa sin que se hallen amenazados por "valores" nocivos productos de la sociedad que los circunda.
Y no sólo me refiero a aspectos de la identidad judía. Esta cuestión es también relevante cuando pensamos en temas como el tabaquismo, el alcohol o las drogas.
¿Cuánta influencia tendrá el predicamento paterno en la educación del hijo? ¿Cuánto estarán influenciados por sus pares?
En la Parashá de esta semana encontramos sugerida dicha tensión. Nuestro patriarca Iaacov sabe que sus días están contados, y llama a sus doce hijos a fin de bendecirlos.
Sin embargo, ante todo, Iaakov bendice a sus dos nietos, Efraím y Menashe. "Y les bendijo en aquel día diciendo: En vuestro nombre bendecirán a los hijos de Israel, diciendo: ¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!"(Bereshit 48, 20).
Con el correr de las generaciones, este versículo dio forma al "Birkat HaBanim", la bendición que dicen los padres sobre sus hijos en el Shabat y en la víspera de Iom HaKipurim. La pregunta es por qué razón esta bendición es protagonizada por Efraím y por Menashé. ¿Por qué fueron ellos "recompensados" con este honor? ¿Por qué no bendecir: "Haga Di-s que seas como Abraham, Itzjak e Iaakov", de la misma forma que las hijas son bendecidas "Haga Di-s que seas como Sara, Rivka, Rajel y Lea"?
El Rabino Shmuel Hominer Z"L nos da una respuesta a este interrogante en su libro "Eved HaMelej":
De todas las tribus, sólo Efraim y Menashé nacieron y fueron críadas en la impureza egipcia. En su hogar -tal como se acostumbra en la casa de todo virrey- siempre ingresaban los ministros y los magos egipcios.
Allí -en una tierra no judía, lejos de la sagrada Tierra de Israel- moraron durante largos años. No ocurrió lo mismo con las diez tribus restantes. Ellas crecieron y fueron educadas en la casa de Iaakov Avinu; su espíritu yacía sobre ellas.
A pesar de ello, cuando Iaakov llegó a Egipto vio que Efraim y Menashé no fueron tras la impureza del lugar, y no aprendieron los usos y las costumbres de dicha nación. Por el contrario, vio que fueron criados y educados sobre las rodillas de Iosef en un ambiente de Torá y temor al Cielo, a punto que estuvieron aptos para ser contados dentro de las doce sagradas tribus de Di-s.
Las palabras del Rabino Shmuel Hominer son sumamente relevantes; sugiere que aquellos dos niños -entre todas las otras tribus- tenían la mayor probabilidad de elegir un camino diferente al de sus antepasados. ¿Cuánto tiempo podrán sostenerse los valores de su familia frente a un entorno tan amenazante?
"¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!" no es una póliza de seguro...Es una oración desde el fondo de nuestro corazón para que nuestros hijos sigan nuestros pasos, porque hace frío ahí afuera.
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
Y no sólo me refiero a aspectos de la identidad judía. Esta cuestión es también relevante cuando pensamos en temas como el tabaquismo, el alcohol o las drogas.
¿Cuánta influencia tendrá el predicamento paterno en la educación del hijo? ¿Cuánto estarán influenciados por sus pares?
En la Parashá de esta semana encontramos sugerida dicha tensión. Nuestro patriarca Iaacov sabe que sus días están contados, y llama a sus doce hijos a fin de bendecirlos.
Sin embargo, ante todo, Iaakov bendice a sus dos nietos, Efraím y Menashe. "Y les bendijo en aquel día diciendo: En vuestro nombre bendecirán a los hijos de Israel, diciendo: ¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!"(Bereshit 48, 20).
Con el correr de las generaciones, este versículo dio forma al "Birkat HaBanim", la bendición que dicen los padres sobre sus hijos en el Shabat y en la víspera de Iom HaKipurim. La pregunta es por qué razón esta bendición es protagonizada por Efraím y por Menashé. ¿Por qué fueron ellos "recompensados" con este honor? ¿Por qué no bendecir: "Haga Di-s que seas como Abraham, Itzjak e Iaakov", de la misma forma que las hijas son bendecidas "Haga Di-s que seas como Sara, Rivka, Rajel y Lea"?
El Rabino Shmuel Hominer Z"L nos da una respuesta a este interrogante en su libro "Eved HaMelej":
De todas las tribus, sólo Efraim y Menashé nacieron y fueron críadas en la impureza egipcia. En su hogar -tal como se acostumbra en la casa de todo virrey- siempre ingresaban los ministros y los magos egipcios.
Allí -en una tierra no judía, lejos de la sagrada Tierra de Israel- moraron durante largos años. No ocurrió lo mismo con las diez tribus restantes. Ellas crecieron y fueron educadas en la casa de Iaakov Avinu; su espíritu yacía sobre ellas.
A pesar de ello, cuando Iaakov llegó a Egipto vio que Efraim y Menashé no fueron tras la impureza del lugar, y no aprendieron los usos y las costumbres de dicha nación. Por el contrario, vio que fueron criados y educados sobre las rodillas de Iosef en un ambiente de Torá y temor al Cielo, a punto que estuvieron aptos para ser contados dentro de las doce sagradas tribus de Di-s.
Las palabras del Rabino Shmuel Hominer son sumamente relevantes; sugiere que aquellos dos niños -entre todas las otras tribus- tenían la mayor probabilidad de elegir un camino diferente al de sus antepasados. ¿Cuánto tiempo podrán sostenerse los valores de su familia frente a un entorno tan amenazante?
"¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!" no es una póliza de seguro...Es una oración desde el fondo de nuestro corazón para que nuestros hijos sigan nuestros pasos, porque hace frío ahí afuera.
Rabino Gustavo Surazski. Comunidad "Netzaj Israel", Ashkelon.
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Parashat Hashavua
lunes, 5 de enero de 2009
Tfila
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